jueves, 28 de noviembre de 2019

El Cristianismo y la sociedad

 En una sociedad como la actual, de deshumanización y anarquía en todos los ámbitos de la vida y sobre todo, de una falta de fe extrema, en un mundo, cada vez mas agnóstico y sin Dios. Es cuando un seglar que vive la doctrina de Jesús, se hace más fuerte en sus convicciones. Y es cuando debe dar con más empuje a sus semejantes, testimonio de su fe, en cada asunto de la cotidianidad diaria. Con la familia, en el trabajo, con los vecinos, etcétera.
En estos tiempos que corren tan difíciles, de crisis económica y desgarro moral de la sociedad. Es cuando los creyentes tenemos la obligación de poner en práctica nuestra fe. Demostrando al mundo, que somos cristianos y que nuestro fondo espiritual, proviene de lo sobrenatural. Somos personas, cuya fe y creencias heredada de nuestros mayores, representa un todo, en nuestras vidas. Somos gente, que nos movemos entre todos los demás, pero tenemos un carácter que nos hace especiales y diferentes.
Creemos en Jesús resucitado. Creemos en que la labor de apostolado, es pieza clave, para que esta sociedad de corrupciones a todos los niveles, mejore con el ejemplo y las enseñanzas de nuestro Señor.
Está claro, que la sociedad de nuestros días se ha ido radicalizando, sobre todo, en lo que se refiere a la postura, en cuanto a la iglesia católica. Posiblemente por asuntos de todo tipo, desde la pederastia, hasta temas, como el aborto, o la falta en muchas ocasiones de sensibilidad y adaptación con los tiempos que corren de la jerarquía eclesiástica.
Pero eso no quiere decir, que las personas, los seglares católicos, que tenemos muy enraizada nuestra fe. No intentemos dar ejemplo a nuestros semejantes, con nuestras palabras y obras, con nuestra forma peculiar de ver la vida. Intentando en el  día a día, ser verdaderos apóstoles y discípulos del Maestro.
Hay muchas personas, más de las que imaginamos, cuyas creencias les están ayudando mucho, para vivir, en estos días tan duros y penosos.
Eso sí, hay que tener la convicción de que vendrán tiempos mejores. Y que nuestros gobernantes se pondrán las pilas, para dirigir con alza de miras este barco,  casi zozobrado y que se llama España.
Por eso, con el buen hacer de todos y el trabajo común, llegaremos a buen puerto. Y por eso, los seglares católicos, que somos la militancia de base de la iglesia católica, que es su verdadera fuerza, estaremos ahí. Ayudando, a hacer una sociedad más justa y mejor, donde todos alcancemos el estado de bienestar que nos pertenece por derecho y que hemos perdido, por la mala gestión de nuestros gobernantes, durante estos últimos años.

El Cristianismo y los pobres

A lo largo de toda la historia bíblica, Dios se va revelando como Alguien que está siempre a favor de los que sufren, los maltratados, los pobres. El libro de Judit lo resume bien: «Tú eres el Dios de los humildes, el defensor de los pequeños, apoyo de los débiles, refugio de los desvalidos, salvador de los desesperados» (Jdt 9, 12). Por eso, cuando Jesús anuncia la llegada de un Dios que quiere reinar entre los hombres, se dirige a los pobres como los primeros que han de escuchar este anuncio como una buena noticia: «El Espíritu del Señor está sobre mí y me ha ungido para que dé una Buena Noticia a los pobres» (Lc 4, 18). Según Jesús, el Reino de Dios es bueno para los pobres, para hombres y mujeres que viven en necesidad. Se trata, según toda la tradición bíblica, de los indigentes, los indefensos, las víctimas de los poderosos, personas incapaces de defender sus derechos frente a los abusos de los fuertes, gentes a las que nadie hace justicia, para las que no hay sitio en la sociedad ni en el corazón de las personas. Pero, ¿por qué el Reino de Dios es Buena Noticia para los pobres y no para los ricos? ¿Es que Dios no es neutral? ¿Son, acaso, los pobres mejores que los demás para merecer el Reino de Dios antes que nadie y para tener un trato especial de parte de Jesús? El carácter privilegiado de los pobres no se debe a sus méritos, ni siquiera a su mayor capacidad para acoger el mensaje de Jesús. La pobreza, por sí misma, no le hace mejor a nadie. La única razón es sencillamente que son pobres y están abandonados, y Dios, Padre de todos, no puede reinar en la humanidad sino haciendo justicia precisamente a estos hombres y mujeres a los que nadie hace (Sal 72, 12-14; Sal 146, 7- 10). Los pobres son hombres y mujeres necesitados de amor y de justicia. Por eso, es bueno para ellos que se imponga en la sociedad el Reino de Dios y su justicia. Si de verdad reina Dios entre los hombres, en esa misma medida, ya los poderosos no reinarán sobre los débiles, los ricos no explotarán a los pobres, los varones no abusarán de las mujeres, el Primer Mundo no oprimirá a los pueblos pobres de la Tierra. Por otra parte, si reina de verdad Dios y reina su amor y su justicia, ya no reinarán el dinero, el lucro, el propio bienestar, como «señores absolutos». Ya lo dijo Jesús: «No se puede servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero » (Lc 16, 13). Allí donde se esté trabajando en la línea del Reino de Dios y su justicia, allí habrá siempre buenas noticias para los pobres, aquello será bueno para los pobres. Y, viceversa, allí donde los pobres no noten nada bueno, donde no perciban ninguna buena noticia para ellos, allí sigue ausente el Reino de Dios. Si nuestra vida está al servicio del Reino de Dios, esa vida será algo bueno para los pobres. Pero si nuestra vida no es percibida como algo bueno por los necesitados, los abandonados, los que sufren soledad y marginación, nos tendremos que preguntar al servicio de qué Dios estamos trabajando.El Evangelio cambia radicalmente nuestra manera de mirar a los pobres y, por tanto, nuestra manera de entender la sociedad actual. Los pobres, el sector excluido de la sociedad, ellos son precisamente “la memoria viviente de Jesús”. “La Iglesia descubre en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y doliente” (Lumen Gentium, n. S). Esta manera de mirar al pobre viene exigida por el mismo Jesús que se identifica para siempre con los pequeños, los que tienen hambre, los que están desnudos, los enfermos, los encarcelados. «En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis » (Mt 25, 40). Pablo VI llega a decir que son “sacramento de Cristo, no ciertamente idéntico a la realidad eucarística, pero sí en perfecta correspondencia con ella”. Esto significa que no hemos de buscar a Cristo sólo en los sacramentos o en las páginas del Evangelio. Los pobres son un “lugar cristológico”. A Cristo se le encuentra hoy en el sector excluido. Cristo nos habla hoy desde esa situación de pobreza y sufrimiento; desde ellos. Cristo nos interpela, nos invita al amor comprometido. Desde esos pobres, nos llama a la conversión, desenmascara nuestro cristianismo, cuestiona nuestra manera de vivir la fe y el culto, rompe nuestros esquemas y nuestra tranquilidad y nos urge al servicio y al compromiso. Difícilmente nacerá en nosotros un auténtico compromiso si no es escuchando esta llamada de Cristo desde los mismos pobres. Las preguntas que hemos de hacemos son graves: si no estoy en comunión con los pobres los indefensos, los abandonados de esta sociedad, ¿por qué caminos comulgo con Cristo? Si no miro con amor a los pobres, si no los defiendo, si no estoy cerca de ellos, ¿a qué Jesucristo miro con amor, a qué Jesucristo defiendo, a qué Jesucristo sigo? Si, de alguna forma, n vida no es compromiso a favor de los pobre ¿cómo entiendo y vivo mi compromiso cristiano?

El Cristianismo con las mujeres

En su obra La Ciudad de las Damas, de principios del siglo XV, la escritora francesa Christine de Pisan constataba la disparidad entre la imagen negativa de los varones sobre las mujeres y el conocimiento que tenía de sí misma y de otras mujeres. Los varones afirmaban que el comportamiento femenino estaba colmado de todo vicio; juicio que en opinión de Christine demostraba bajeza de espíritu y falta de honradez. Ella, por el contrario, tras hablar con muchas mujeres de su tiempo que le relataron sus pensamientos más íntimos y estudiar la vida de prestigiosas mujeres del pasado, les reconoce el don de la palabra y una inteligencia especial para el estudio del derecho, la filosofía y el gobierno.
La situación de entonces se repite hoy en la mayoría de las religiones, que se configuran patriarcalmente y nunca se han llevado bien con las mujeres. Estas no suelen ser consideradas sujetos religiosos ni morales, por eso se las pone bajo la guía de un varón que las lleve por la senda de la virtud. Se les niega el derecho a la libertad dando por supuesto que hacen mal uso de ella. Se les veta a la hora de asumir responsabilidades directivas por entender que son irresponsables por naturaleza. Son excluidas del espacio sagrado por impuras. Se las silencia por creer que son lenguaraces y dicen inconveniencias. Son objeto de todo tipo de violencia: moral, religiosa, simbólica, cultural, física, etc.difícilmente hubieran podido nacer y pervivir sin ellas. Sin las mujeres es posible que no hubiera surgido el cristianismo y quizá no se hubiera expandido como lo hizo. Ellas acompañaron a su fundador Jesús de Nazaret desde el comienzo en Galilea hasta el final en el Gólgota. Recorrieron con él ciudades y aldeas anunciando el Evangelio (=Buena Noticia), le ayudaron con sus bienes y formaron parte de su movimiento.
La teóloga feminista Elisabeth Schüssler Fiorenza ha demostrado en su libro En memoria de ella que las primeras seguidoras de Jesús eran mujeres galileas liberadas de toda dependencia patriarcal, con autonomía económica, que se identificaban como mujeres en solidaridad con otras mujeres y se reunían para celebrar comidas en común, vivir experiencias de curaciones y reflexionar en grupo.


La mayoría de las religiones se configuran patriarcalmente y nunca se han llevado bien con las mujeres

El movimiento de Jesús era un colectivo igualitario de seguidores y seguidoras, sin discriminaciones por razones de género. No identificaba a las mujeres con la maternidad. Se oponía a las leyes judías que las discriminaban, como el libelo de repudio y la lapidación, y cuestionaba el modelo de familia patriarcal. En él se compaginaban armónicamente la opción por los pobres y la emancipación de las estructuras patriarcales. Las mujeres eran amigas de Jesús, personas de confianza y discípulas que estuvieron con él hasta el trance más dramático de la crucifixión, cuando los seguidores varones lo abandonaron.
En el movimiento de Jesús las mujeres recuperaron la dignidad, la ciudadanía, la autoridad moral y la libertad que les negaban tanto el Imperio Romano como la religión judía. Eran reconocidas como sujetos religiosos y morales sin necesidad de la mediación o dependencia patriarcal. Un ejemplo es María Magdalena, figura para el mito, la leyenda y la historia, e icono en la lucha por la emancipación de las mujeres.
A ella apelan tanto los movimientos feministas laicos como las teologías desde la perspectiva de género, que la consideran un eslabón fundamental en la construcción de una sociedad igualitaria y respetuosa de la diferencia. María Magdalena responde, creo, al perfil que Virginia Woolf traza de Ethel Smyth: “Pertenece a la raza de las pioneras, de las que van abriendo camino. Ha ido por delante, y talado árboles, y barrenado rocas, y construido puentes, y así ha ido abriendo camino para las que van llegando tras ella”.
Las mujeres fueron las primeras personas que vivieron la experiencia de la resurrección, mientras que los discípulos varones se mostraron incrédulos al principio. Es esta experiencia la que dio origen a la Iglesia cristiana. Razón de más para afirmar que sin ellas no existiría el cristianismo. No pocas de las dirigentes de las comunidades fundadas por Pablo de Tarso eran mujeres, conforme al principio que él mismo estableció en la Carta a los Gálatas: “Ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre, varón o hembra”.
Sin embargo, pronto cambiaron las cosas. Pedro, los apóstoles y sus sucesores, el papa y los obispos, se apropiaron de las llaves del reino, se hicieron con el poder y la gloria, mientras que a las mujeres les impusieron el velo, el silencio y la clausura monacal o doméstica. ¿Cuándo se reparará tamaña injusticia para con las mujeres en el cristianismo? Habría que volver a los orígenes, más en sintonía con los movimientos de emancipación que con las Iglesias cristianas de hoy, cuestionar la primacía de Pedro, recuperar el cristianismo inclusivo del comienzo y crear nuevas alianzas. Jesús Nazaret, María Magdalena, Cristina de Pisan, Virginia Woolf, los movimientos feministas y la teología feminista caminan en dirección similar.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Proyecto de los Salesianos en Sierra Leona (África)

Primero de todo, los salesianos o salesianos de Don Bosco es una congregación religiosa sin ánimo de lucro que a mi parecer, buscan sobretodo la igualdad social respecto a las mujeres y sacarlas de trabajos impropios como la prostitución, la ventas de estupefacientes, robos, delincuencia y desaceptación social. Este grupo de gran número de personas, entre los que hay: educadores, médicos, profesores..., destaca por realizar proyectos en ciudades con poco desarrollo para limpiar o "desintoxicar" a esas chicas cuyo trabajo son los mencionados anteriormente, sacarlas de la calle, concienciarlas de que está mal lo que hacen y reconducirlas mental y laboralmente, para posterior mandarlas a sus respectivas familias. El proceso de limpieza dura unos cuantos meses y son cientos de niñas que ya están trabajando fuera de esas condiciones desfavorables.

lunes, 12 de marzo de 2018

Donación de sangre

 La donación de sangre es un acto voluntario y solidario por el cual, tu donas sangre a los más necesitados. Primero deberás informarte en los términos e ir a tu hospital más cercano. Te harán un test y verán si estas apto de donar.

lunes, 11 de diciembre de 2017

La Cuaresma

                 La cuaresma                      
Son los 40 días en el que Jesús estuvo en el desierto siendo tentado.Desde el miércoles de ceniza hasta la vísperos del domingo de Resurrección en los que hay que ayunar el miércoles de ceniza, todos los viernes y el viernes santo.
Aquí os dejo las tentaciones:
Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.Y, habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo hambre.Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.Pero él respondió, diciendo: Escrito está: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Le llevó entonces el diablo a la Ciudad Santa, y, poniéndole sobre el pináculo del Templo, le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues escrito está: “A sus ángeles encargará que te tomen en sus manos para que no tropiece tu pie contra una piedra.” Le dijo Jesús: También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios." De nuevo le llevó el diablo a un monte muy alto, y mostrándole todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, le dijo: Todo esto te daré si de rodillas me adoras.  Le dijo entonces Jesús: Apártate, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y a El solo darás culto.” Entonces el diablo le dejó, y llegaron ángeles y le servían.

La vida de Cristo

Los relatos referentes al nacimiento e infancia de Jesús proceden exclusivamente del Evangelio de Mateo (1,18-2,23) y del de Lucas (1,5-2,52). No hay relatos de este tipo en los evangelios de Marcos y Juan. Las narraciones de Mateo y Lucas difieren entre sí:
  • Según Mateo, María y su esposo, José, viven (según parece, pues no se relata ningún viaje) en Belén. María queda inesperadamente embarazada y José resuelve repudiarla, pero un ángel le anuncia en sueños que el embarazo de María es obra del Espíritu Santo y profetiza, con palabras del profeta Isaías,  que su hijo será el Mesías que esperan los judíos. Unos Magos de Oriente llegan a Jerusalén preguntando por el «rey de los judíos que acaba de nacer» con la intención de adorarlo, lo que alerta al rey de Judea, Herodes El Grande, que decide acabar con el posible rival. Los magos, guiados por una estrella, llegan a Belén y adoran al niño. De nuevo, el ángel visita a José (Mt 2,13) y le advierte de la inminente persecución de Herodes, por lo que la familia huye a Egipto y permanece allí hasta la muerte del monarca (de nuevo notificada a José por el ángel, que se le presenta por tercera vez: Mt 2,19-29). Entonces, José se instala con su familia en Nazaret, en Galilea.
  • En el Evangelio de Lucas, María y José viven en la ciudad galilea de Nazaret. La historia de la concepción de Jesús se entrelaza aquí con la de Juan Bautista ―ya que en este evangelio María e Isabel, madre del Bautista, son parientes― y el nacimiento de Jesús es notificado a María por el ángel Gabriel (lo que se conoce como Anunciación: Lc 1,26-38). El emperador Augusto ordena un censo en el cual cada uno debe empadronarse en su lugar de nacimiento y José debe viajar a Belén, por ser originario de este lugar. Jesús nace en Belén mientras se encuentran de viaje y es adorado por pastores. Lucas añade además breves relatos sobre la circusición de Jesús, sobre su presentación en el Templo y su encuentro con los doctores en el Templo de Jerusalén, en un viaje realizado con motivo de la Pascua, cuando contaba doce años.
En los evangelios de Mateo y de Lucas aparecen sendas genealogías de Jesús (Mt 1, 2-16; Lc 3, 23-38). La de Mateo se remonta al patriarca Abraham, y la de Lucas a Adán, el primer hombre según el Génesis. Estas dos genealogías son idénticas entre Abrahán y David, pero difieren a partir de este último, ya que la de Mateo hace a Jesús descendiente de Salomón, mientras que, según Lucas, su linaje procedería de Natam, otro de los hijos de David. En ambos casos, lo que se muestra es la ascendencia de José, a pesar de que, según los relatos de la infancia, este solo habría sido el padre adoptivo de Jesús.